jueves, 27 de diciembre de 2007

Remember when ...


El otro día, arrebuscando en el baúl de los recuerdos una estantería en mi habitación paterna (la que usaba cuando vivía con mis padres), encontré un taco de fotos de una travesía que hicimos en la década de los 90, para ascender al Vignemale o Pique Longue(3.298 m) .


De repente, con cada foto que veía, surgía un recuerdo o anécdota, de un viaje precioso. Y digo precioso, no solo por el entorno, sino por la compañía y el afán de descubrir, de llegar sitios, a los que solo llegan los que de verdad luchan por las cosas hasta el final, buscando superarse dia a dia, y que además sienten en gran amor y respeto por la naturaleza.



Era un grupo, no muy grande, pero eramos, los que teniamos que estar. Ya en la ida, un porrón de km para llegar con los coches hasta la vertiente francesa de Pirineo (Parc National des Pyrénées), y como no, para variar, salimos por la tarde de Valencia, para intentar llegar al amanecer. No lo conseguimos, claro. Pero, si que conseguimos una foto, para recordar. Poco después de amanecer, pasabamos por la cima del mitico Col du Tourmalet, donde tomamos una instantánea (en aquellos maravillosos años, aún no habíamos entrado en la era digital) inolvidable.



Recuerdo que comenzamos la ascensión desde la Presa de Ossau, un recorrido ascendente y duro que nos llevaría, después de varios días al Refuge de Baysellance. Pero antes de llegar al refugio, acampamos, en zonas donde antes del amanecer, se supone que tienes que levantar las tiendas o pueden multarte. Y aquí surgió una de las anécdotas del viaje que nunca olvidaré. Seguro que el Sr. Navarro, recordará aquel famoso -Monsierur ... documentation- (dicho por el Sr. Navarro, molt de matí, con acento fgraanseeé), tras lo que el Abuelo, que dormía en mi tienda, se levanta de repente y dice - leñe, nos han pillao- y empieza a sacar de la cartera la documentación ... aún me troncho cada vez que lo recuerdo. Después, como siempre, a papear y subir hasta el refugio.


Bueno, recuerdo que para ser verano, aunque es típico de los pirineos, pasabamos de calor sofocante a frio, incluso nos sorprendió una pequeña nevada al llegar al refugio. Pero valió la pena, nos pegamos una buena cena en el refugio, que tenía un guarda tronchante ...recuerdo el ... -no te quiero oir hablar franceeé-. Luego por la noche, contando chistes en una habitación, donde había más peña. Nos reimos poco. Solo hay que ver los caretos que llevábamos, quemaos del sol y de cansancio y solo pensando en zampar algo caliente. Pero, aunque al final no hicimos la cima que perseguíamos por el mal tiempo (hay que respetar a la montaña, y ella nos respetará a nosotros), conseguimos llegar lo más alto que puedimos.


El regreso, fué también de lo más intenso, con una bajada meteórica por todo el valle hasta Pont d'Espagne, un rappel nocturno, un mal despertar que le dimos a un tio que dormía en el coche y que lo despertamos las dos veces que pasamos por su lado, entrando el nota en un estado entre desconcierto (del tipo ... -!pero que está pasando!) y como os pille os ... cabronazos vais a enterar.

Son aquellos maravillosos años, que no volverán ... que siempre recordaremos.

2 comentarios:

Franelo dijo...

Ot-tia qué bueno!

Me he partido a saco, pero a saco.

Y viene a cuento de lo que te acabo de dejar como comentario en la entrada de los transplantes de plantas: el esfuerzo vale la pena.

Qué fotos y qué recuerdos, y qué risa! Todo el día jodiendo al que pasara por nuestro lado. Fue un viaje precioso.

En lo que no estoy de acuerdo es en eso de que hay cosas que no volverán, porque solo depende de nosotros crear nuevas cosas: Ya sabrás del viaje que nos acabamos de pegar a Amsterdam.

Qué bueno. Genial, Juan. Enhorabuena. Me han encantado las últimas entradas (y todas). Creo que voy a poner también una sección de recuerdos en la cueva nítida.

Abrazos y felices días.

Hablamos pronto para ver sii subimos a la nieve.

un habitante de la Tierra dijo...

Me alegro que te guste. Es verdad, son otros tiempos, otros viajes, pero lo que quería recalcar es el hecho de recordarlos y hacer el esfuerzo de intentar volvernos a juntar siempre que podamos.